La teoría, en este caso, suena razonable, hasta que se examina la evidencia
(Flickr/ Yukino Miyazawa)
(BBC Mundo). A menudo se dice que el
desayuno es una parte esencial de una
dieta sana, especialmente cuando se trata de cuidar la figura.
Pero no a todo el mundo le queda fácil comer tan temprano en la
mañana: en Europa y Estados Unidos entre 10% y 30% de la población se
salta el desayuno (1).
Las adolescentes son las más propensas en hacerlo, diciendo que no tienen tiempo o hambre o que están a
dieta (2).
Dejar de desayunar va en contra de lo que se aconseja generalmente:
la lógica es que quien no come temprano estará con hambre el resto del
día y por ende tentado a tomar refrigerios con muchas calorías, lo que
hace que gane de peso.
La teoría es razonable, hasta que se trata de encontrar evidencia de
que la gente que no desayuna consume más calorías que los que sí.
ESTUDIOS A GRANELSin embargo, si nos limitamos a
revisar las calorías que se consumen, ha habido varios intentos de
dilucidar la influencia del desayuno en el peso de la persona.
Una revisión de los estudios que se hicieron antes de 2004 (4)
encontró que los que se saltan el desayuno no tienden a consumir más
calorías durante el resto del día para compensar.
Lo revelado sobre el peso es un poco más complejo. Cuatro estudios
encontraron que los niños que no comían desayuno tenían en promedio un
índice de masa corporal más alto, pero otros tres estudios mostraron que
no hacía ninguna diferencia.
La ventaja de los primeros cuatro estudios es que los equipos habían
controlado más rigurosamente los factores que podrían haber sesgado los
resultados. Así que la evidencia empieza a inclinarse ligeramente hacia
el vínculo entre la falta de desayuno y la ganancia de peso.
Para enturbiar las aguas, una revisión de EE.UU. de 2011 (5) citó
cinco estudios sobre ese vínculo: tres decían que no existía y uno
encontró lo opuesto, es decir, que entre niños con sobrepeso, los que
desayunaban eran más gordos.
Y, para confundir aún más, un meta análisis (6) que recogió los
resultados de 19 estudios hechos en regiones de Asia y el Pacífico
encontró una relación entre saltarse el desayuno y la subida de peso.
Una revisión sistemática europea (7) obtuvo resultados similares, aunque
uno de los estudios señaló que sólo los chicos que desayunaban subían
de peso.
AL REVÉS¿Qué pasa si uno voltea la pregunta? En
vez de decir: “siete estudios encontraron que los niños que se saltan
el desayuno tienden a ser más gordos”, se puede decir que siete estudios
encontraron que los niños con sobrepeso eran más propensos a saltarse
el desayuno.
Ese es el problema con esos estudios: toman una instantánea, no exploran causas.
No sabemos qué vino primero, el sobrepeso o la costumbre de no desayunar.
Quizás esos niños habían dejado de desayunar pues estaban gordos y estaban tratando de comer menos.
La alternativa es estudiar a la gente por un largo período de
tiempo, y el primer estudio longitudinal sobre este tema fue hecho en
2003 (8). Cuando los investigadores empezaron encontraron que los niños
que se saltaban el desayuno pesaban más en promedio. Pero cuando le
hicieron seguimiento a esos mismos niños por tres años, fueron los
gordos que no desayunaban los que con el tiempo perdieron peso.
Así que nos quedamos con una situación en la que hay muchos estudios
-pero definitivamente no todos- que muestran que los chicos que no
desayunan tienen más probabilidad de tener sobrepeso. No obstante, no
podemos estar seguros si la razón es su dieta o el hecho de que no
desayunen. Y si esto último es la causa, no esta claro el porqué, pues
no consumen más calorías en total (9).
CAMBIO DE RUTINASi no se trata del total de las
calorías consumidas, ¿será que el momento en el que se come influye?
¿Son mejores tres comidas más pequeñas que dos más grandes?
Se han hecho muy pocos ensayos controlados aleatorios sobre este
tema, pero hay uno que se llevó a cabo en 1992 en adultos (10). A un
grupo de mujeres obesas le entregaron planes de dietas en los que todas
ingerían la misma cantidad de calorías al día, pero no siempre al mismo
tiempo: la mitad tenía tres comidas al día mientras que la otra mitad no
desayunaba, pero almorzaba y su cena era más copiosa.
Los resultados son fascinantes.
Las que estaban acostumbradas a saltarse el desayuno perdían más
peso si las ponían en el grupo que desayunaba, mientras que aquellas que
antes del experimento comían por la mañana perdían más peso si dejaban
de desayunar. En otras palabras,
un cambio en la rutina les ayudaba a perder peso.
Así que quizás la lección que deja ese estudio es que sencillamente
hay que hacer algo distinto. En la universidad de Hertfordshire, en el
Reino Unido, un equipo de psicólogos ha desarrollado un programa de
reducción de peso basado en esa premisa.
¿ENTONCES?El panorama es confuso, por lo cual
hace poco fue publicado un nuevo estudio (11) sobre los mitos de hacer
dieta, que incluye saltarse el desayuno como una de las suposiciones que
no han sido probadas.
Sin embargo, el desayuno puede tener otros beneficios. Un ensayo
controlado aleatorio llevado a cabo en zonas rurales de Jamaica y Perú
(12) mostró que los niños que desayunaban en la escuela tenían mejores
calificaciones. Los resultados no se pueden generalizar pues los niños
estudiados podrían haber estado sufriendo de desnutrición antes del
estudio, así que un desayuno podría no hacer tanta diferencia si se
tratara de niños bien nutridos.
De manera que
la pregunta del millón es: ¿hay que desayunar o no, si uno quiere perder peso?
La dieta de quienes desayunan tiende a ser más balanceada en
general, pero si se trata solamente de perder peso, hasta que se lleven a
cabo más estudios, depende de la preferencia personal.
Algunos de nosotros no podemos pasar bocado temprano. Si usted es
así, puede culpar a su reloj biológico: investigaciones recientes
encontraron que a quienes son tipo nocturno sencillamente no les da
hambre en la mañana (12). En ese caso, hasta que un realmente buen
estudio controlado aleatorio pruebe lo contrario, quizás lo mejor sea
escuchar a su estómago, no ir en su contra.